Autores: MSc. Antonio Briceño / Msc.
Jessica Márquez.
Este filosofo francés,
parte de la idea de que el hombre puede prescindir de la religión gracias a la
filosofía, y ve esta ciencia como una alternativa para vivir mejor. A través de
ella el ser humano puede pensar en la propia vida, y a partir de este esfuerzo
intelectual: pensar realmente en su vida. Toma en cuenta la definición de
Epicuro: “La filosofía es una actividad que a partir del discurso y
razonamiento nos procura una vida feliz”. COMPTE-SPONVILLE
presenta al que estudia la filosofía como una practica discursiva que tiene LA
VIDA como objeto y LA FELICIDAD como fin. Todos de alguna manera deseamos
alcanzar la felicidad plena de nuestras vidas, sin embargo, nos tomamos tanto
tiempo buscándola que dejamos de percibir el verdadero sentido de la vida. Algunos
buscan aplicar terapias y psicoanálisis a sus problemas para conseguir aminorar
sus penas y ser felices, pero según Freud, esto solo contribuye a pasar de un
sufrimiento neurótico a la felicidad banal. Considera importante la filosofía
de tradicionales franceses como Montainge, Pascal, Descartes, admira a San
Agustín. Es una persona que perdió la fé a los 16 años, y dice no creer en
nadie, bajo esta visión de vida comenta que Pierre Herve le proporciona
argumentos para no creer en Dios. Sin embargo, destaca que la enseñanza de los
evangelios son mensajes de amor, justicia y caridad. Resalta particularmente a
Mateo 11:25, y las enseñanzas de la Biblia como la parábola del hombre rico, la
parábola de la mujer adultera y las bienaventuranzas. Para aprender a amar hace
falta tiempo, de allí su admiración por el hombre que se ocupa del niño, y el
amor que le profesa una madre a su hijo. Considera la infancia como una
catástrofe y un milagro, quizás porque como niños no percibimos la verdad de la
vida. Compara a Buda con el Cristianismo, y nuevamente retoma el sentido del
amor, expresando que toda vida es sufrimiento, de allí que nuestra felicidad
siempre dependa de otro, por ejemplo: De niños no somos felices si nuestra
madre no lo es, y de grandes si nuestros hijos no lo son. Somos felices si
comprendemos que ser feliz no es ser infeliz. Por último, para los que tienen
la dicha “Ser padres es dar rehenes a la vida”, mas bien “los hijos son un
regalo prestado de la vida”.
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