Marlesa Herrera
Luis Castillo
ENTREVISTA:
André Compte-Sponville
En la entrevista realizada a
André
Comte-Sponville se destacan sus tendencias políticas, sus
pensamientos, relatos de su vida, sus aspectos psicológicos, su modelo político
filosófico y como debería aplicarse esta tendencia en la actualidad para
mejorar la economía de mercados y la mejoría de los ciudadanos favoreciendo a
los más necesitados, definiéndose como liberal de izquierdas: de izquierdas
porque ha llegado a la conclusión de que el objetivo de la política es ayudar a
los más débiles, a los más desfavorecidos; pero liberal, porque incluso para
los más pobres, la economía de mercado es más favorable.
Expresa además que es el estado
el que tiene que regular el mercado para conseguir que los más pobres también
tengan su oportunidad, es decir el estado debe ocuparse de lo que no se puede
vender, de lo esencial; donde cree que la economía de mercado ha triunfado,
pero aunque sea fantástica para crear riquezas, nunca ha sido suficiente para
crear una civilización, ni siquiera para crear sociedades que sean humanamente
aceptables.
En otros aspectos dictados
por el entrevistado manifiesta su defensa sobre la espiritualidad laica y la
“alegre desesperanza” la cual expresa que “una vez que hemos entendido que hay
cosas que no podemos controlar y que sólo nos espera la muerte, nos damos
cuenta de que lo mejor que podemos hacer es disfrutar al máximo de la vida que
tenemos”.
Cabe destacar que el
entrevistado atribuye el renacimiento de la filosofía al declive de las
respuestas prefabricadas que en los años cincuenta daban las grandes religiones
y las grandes ideologías, como el marxismo. “Como la gente tenía muchas
respuestas y pocas preguntas, no necesitaba de la filosofía, Ahora hay muchas
preguntas y pocas respuestas, y eso es bueno para la filosofía” se ha hecho más
asequible. Él fue uno de los primeros filósofos en escribir libros sin notas a
pie de página, es decir, para el gran público.
En el año 2006 escribe “El
alma del ateísmo”. Introducción a una espiritualidad sin dios, que le llevaron
a padecer la persecución y censura de todo el brazo armado comunicativo de la
iglesia católica. En sí, como autores de esta reflexión, observamos que este es
uno de los factores claves de la entrevista donde se evidencia la necesidad del
autor en la búsqueda de su espiritualidad ya que en dicha obra expresa tener
una urgencia personal, de tipo existencial, donde además manifiesta que para él
la vida es corta siendo penoso esperar a
estar muerto para tener una vida espiritual, sobre todo sobrellevando su
creencia que después de la muerte no hay nada. A su vez indica que percibe que
hay una urgencia social porque cree que estamos amenazados por dos peligros
simétricos: por un lado, el fanatismo, el integrismo y el oscurantismo, y por
otro, el nihilismo.
Explica que el significado
de el nihilismo, siendo, nihil en latín “nada”, así que los nihilistas, son las
personas que no creen en nada, que no respetan nada, que no tienen ni valores,
ni principios, ni ideales. Un nihilista es eso: alguien al que no le interesa
nada más que su pequeña trivialidad, sea el sexo, el dinero, el lujo. Lo que
nos tiene que dar más miedo es que no tengamos nada que poder oponer al
fanatismo de unos y al nihilismo de los otros. De su visión de las dos
tendencias de que forman parte de algunas sociedades actuales, nihilistas y fanáticas, parte
su preocupación en su decisión de lucha contra las tendencias mencionadas.
Por otra parte el
entrevistado aporta que está de acuerdo en lo esencial con los postulados
morales del evangelio, al igual que cuando lee a Platón, Aristóteles, Epicuro o
a los estoicos. Pero a su vez manifiesta que sería una pena que solo por el
hecho de no creer en Dios, como es su caso, prescindamos de esa herencia, porque
eso conduce al nihilismo. No es necesario creer en Dios para estar ligados a
unos valores morales. Desde el punto de vista del entrevistado, podría
afirmarse que si es posible tener valores morales que sean inculcados a través del
tiempo, lo que las sociedades hayan creado a través de la historia para que
sean transmitidos a las futuras generaciones que las conformen. De ello el autor expresa que en la defensa de los
grandes principios que la historia ha seleccionado como valores de progreso,
desde el “no matarás” del cristianismo hasta los valores de igualdad y libertad
de la Ilustración. No se trata de inventar una nueva moral, sino de transmitir
la moral que hemos recibido y que se ha ido elaborando a lo largo de milenios.
Han sido milenios de historia acumulada en los que cada generación ha
transmitido a sus hijos lo que en su opinión era lo mejor de aquello que habían
recibido, y esto ha terminado por conformar una civilización.
Para concluir el entrevistado
manifiesta su pensamiento de que es mejor desear aquello que depende de
nosotros, porque en ese caso querer significa actuar, que desear aquello que no
depende de nosotros, porque entonces hay que contentarse con esperar.
Obviamente, uno encuentra más felicidad en la acción que en la esperanza,
porque si deseas lo que no depende de ti, tendrás miedo de que no suceda. El
camino hacia la felicidad es el camino de la acción, del amor.
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